"No creo que la iglesia sea un lugar donde entretenerse. Una vez dicho esto, déjame que te explique qué quiero decir. No estoy totalmente en contra del entretenimiento; lo estoy contra el que se estila en las iglesias y el que se usa para intentar captar al mundo. ¿Cómo podemos luchar con el mundo si le damos la mano?
He descubierto que en la Iglesia no hay nada que resulte atractivo para el mundo, y nada en el mundo que guste a la Iglesia verdadera de Jesucristo. Todos los avivamientos en la historia de la Iglesia se han producido cuando esta suponía un contraste radical con el mundo que la rodeaba.
Nuestros cultos de adoración deberían ser tan santos y estar tan llenos del sentido de la presencia de Dios que los impíos se sintieran muy incómodos en ellos. Lo que hemos hecho ha sido lo contrario.
La persona más impía de toda la ciudad puede acudir a la iglesia y sentirse bastante cómoda. La gente debería acudir a un culto de la iglesia no anticipando que la van a entretener, sino esperando la manifestación gloriosa y santa de la presencia de Dios. Cuando esto empiece a suceder, pasarán varias cosas.
Primero, todos los cristianos carnales y falsos soltarán un grito y saldrán pitando hacia la salida más cercana. La asistencia bajará abruptamente y las ofrendas prácticamente desaparecerán. Muchas iglesias no están dispuestas a pagar este precio. Pero luego lo siguiente que pasa es que la iglesia empieza a atraer a personas que tienen un hambre y un deseo de Dios insaciables. Cansados del estilo trivial de entretenimiento que ofrece el mundo, anhelan una experiencia real con Dios como el ciervo que brama por las corrientes de las aguas.
Creo, y podría estar equivocado aunque no pienso que lo esté, que el pueblo de Dios tiene hambre de verdaderos alimentos espirituales. Están cansados de la luz artificial, el pan duro y rancio, y el incienso que no huele. Están hartos de las imitaciones baratas importadas del mundo; anhelan la
realidad de la presencia de Dios entre ellos.
Anhelo una Iglesia, purificada y limpia, de modo que cuando entremos en ella sepamos que lo hacemos a un lugar donde la luz brilla, donde hay pan para comer y donde podremos orar con palabras que llegarán a los oídos de un Dios que las acepte. Esta es la Iglesia. Amo a la Iglesia porque esto es lo que es: un grupo de personas comprometidas con esta fe, esta creencia, que disfrutan de la presencia manifiesta y consciente de Dios."
A.W. Tozer, libro La Presencia de Dios en tu vida.
He descubierto que en la Iglesia no hay nada que resulte atractivo para el mundo, y nada en el mundo que guste a la Iglesia verdadera de Jesucristo. Todos los avivamientos en la historia de la Iglesia se han producido cuando esta suponía un contraste radical con el mundo que la rodeaba.
Nuestros cultos de adoración deberían ser tan santos y estar tan llenos del sentido de la presencia de Dios que los impíos se sintieran muy incómodos en ellos. Lo que hemos hecho ha sido lo contrario.
La persona más impía de toda la ciudad puede acudir a la iglesia y sentirse bastante cómoda. La gente debería acudir a un culto de la iglesia no anticipando que la van a entretener, sino esperando la manifestación gloriosa y santa de la presencia de Dios. Cuando esto empiece a suceder, pasarán varias cosas.
Primero, todos los cristianos carnales y falsos soltarán un grito y saldrán pitando hacia la salida más cercana. La asistencia bajará abruptamente y las ofrendas prácticamente desaparecerán. Muchas iglesias no están dispuestas a pagar este precio. Pero luego lo siguiente que pasa es que la iglesia empieza a atraer a personas que tienen un hambre y un deseo de Dios insaciables. Cansados del estilo trivial de entretenimiento que ofrece el mundo, anhelan una experiencia real con Dios como el ciervo que brama por las corrientes de las aguas.
Creo, y podría estar equivocado aunque no pienso que lo esté, que el pueblo de Dios tiene hambre de verdaderos alimentos espirituales. Están cansados de la luz artificial, el pan duro y rancio, y el incienso que no huele. Están hartos de las imitaciones baratas importadas del mundo; anhelan la
realidad de la presencia de Dios entre ellos.
Anhelo una Iglesia, purificada y limpia, de modo que cuando entremos en ella sepamos que lo hacemos a un lugar donde la luz brilla, donde hay pan para comer y donde podremos orar con palabras que llegarán a los oídos de un Dios que las acepte. Esta es la Iglesia. Amo a la Iglesia porque esto es lo que es: un grupo de personas comprometidas con esta fe, esta creencia, que disfrutan de la presencia manifiesta y consciente de Dios."
A.W. Tozer, libro La Presencia de Dios en tu vida.
Comentarios
Publicar un comentario