"Salió del arca volando suavemente y se movió durante un rato por encima de la superficie de las aguas, pero incapaz de hallar apoyo para el pie, no encontrando su hogar, regresó al arca. Salió por segunda vez, y esta vez halló una rama de olivo, emblema de su propio espíritu dulce, que arrancó de algún olivo y se apresuró a regresar con ella al arca. Por tercera vez la soltó Noé, pero ahora las aguas habían descendido mucho, el diluvio había terminado y no hubo otro diluvio más.
Todo esto es sugerente del Espíritu Santo y del corazón que descansa en él.
Las tres salidas de la paloma del arca son, las tres, simbólicas de la obra del Espíritu Santo. La primera vez que salió y fue revoloteando de un lado a otro sobre la superficie de las aguas, pero no halló reposo, regresó al arca. Lo mismo en las edades antes de Cristo salió el Espíritu Santo sobre la tierra, buscando un lugar donde descansar, pero no halló ninguno, por lo que entró en contacto con el hombre, de modo aislado, pero no se aposentó con los hombres, ni se esforzó con ellos.
Estuvo con Abraham e Isaías, Jeremías y David, pero no se quedó a morar en la tierra, porque Jesús aún no había venido. Estuvo en muchas partes de la tierra, buscando un lugar en que hacer nido y quedarse, pero no pudo hallar ninguno y regresó al seno del Padre.
Por segunda vez vino a la tierra, y esta vez pudo hallar algo. Vino durante el ministerio de Jesús en la tierra. Descansó en él como una paloma, y de esta forma se detuvo durante un tiempo en el mundo. Arrancó una hoja de olivo de paz en la cruz del Calvario y con esta muestra de perdón y reconciliación de la tierra regresó al cielo, con el mensaje de que el diluvio del juicio estaba menguando.
Por tercera vez salió y esto ocurrió en el día de Pentecostés. El mundo estaba preparado para él ahora. El diluvio había desaparecido y había un lugar en que podía hacer su nido, doblar las alas y descansar. Y ahora no vino como un invitado pasajero, sino para una presencia permanente. Vino a hacer un nido y criar sus pequeños. Amado, ¿tiene la dulce paloma un nido en tu corazón? ¿Está criando a sus pequeños en tu casa? Si tiene el nido, el Espíritu de Cristo está en ella, y «el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza»."
A. B. Simpson, libro Símbolos Divinos (1901)
Todo esto es sugerente del Espíritu Santo y del corazón que descansa en él.
Las tres salidas de la paloma del arca son, las tres, simbólicas de la obra del Espíritu Santo. La primera vez que salió y fue revoloteando de un lado a otro sobre la superficie de las aguas, pero no halló reposo, regresó al arca. Lo mismo en las edades antes de Cristo salió el Espíritu Santo sobre la tierra, buscando un lugar donde descansar, pero no halló ninguno, por lo que entró en contacto con el hombre, de modo aislado, pero no se aposentó con los hombres, ni se esforzó con ellos.
Estuvo con Abraham e Isaías, Jeremías y David, pero no se quedó a morar en la tierra, porque Jesús aún no había venido. Estuvo en muchas partes de la tierra, buscando un lugar en que hacer nido y quedarse, pero no pudo hallar ninguno y regresó al seno del Padre.
Por segunda vez vino a la tierra, y esta vez pudo hallar algo. Vino durante el ministerio de Jesús en la tierra. Descansó en él como una paloma, y de esta forma se detuvo durante un tiempo en el mundo. Arrancó una hoja de olivo de paz en la cruz del Calvario y con esta muestra de perdón y reconciliación de la tierra regresó al cielo, con el mensaje de que el diluvio del juicio estaba menguando.
Por tercera vez salió y esto ocurrió en el día de Pentecostés. El mundo estaba preparado para él ahora. El diluvio había desaparecido y había un lugar en que podía hacer su nido, doblar las alas y descansar. Y ahora no vino como un invitado pasajero, sino para una presencia permanente. Vino a hacer un nido y criar sus pequeños. Amado, ¿tiene la dulce paloma un nido en tu corazón? ¿Está criando a sus pequeños en tu casa? Si tiene el nido, el Espíritu de Cristo está en ella, y «el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza»."
A. B. Simpson, libro Símbolos Divinos (1901)
Comentarios
Publicar un comentario