"Una leyenda hebrea cuenta que una niñita insistía en aquella primera noche de Pascua: «Padre, ¿estás seguro de que está la sangre en la puerta?». Miraron y vieron que había descuidado hacerlo. Con celeridad, rociaron los postes y el dintel, y el corazoncito de la niña se calmó en tanto que esperaba el comienzo del viaje.
¡Oh, si alguien que lee estas líneas se halla aún en Egipto, bajo el ala negra de la noche y el juicio, apresúrese a aplicarse la sangre!
El manso Cordero se halla a tu lado. Durante un tiempo ofrece su seno a la muerte, y su sangre para lavar tu pecado. Un clamor de penitencia, una mirada sincera, un toque de fe simple, y has pasado a su protección de vida y muerte. La una anulará tu culpa, la otra avivará y guardará tu vida futura en un pacto de amor y cuidado. Y esta hora será para ti el principio de los meses de tu historia eterna, y no serán olvidados ni cuando ante el mar de cristal cantes el cántico de Moisés y el del Cordero.
Noten bien que la seguridad de Israel no dependía de sus sentimientos o méritos personales, sino de su actitud respecto al cordero y la sangre. Así, querido lector, tu futuro eterno depende absolutamente de tu relación con el Señor Jesucristo. «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3: 36).
Fuera de la protección de la sangre, estás perdido, seas quien seas y dondequiera que estés. Bajo el dosel rociado estás tan seguro como un ángel y eres tan amado para Dios como su único y precioso Hijo."
A. B. Simpson, libro Simbolos Divinos (1901)
¡Oh, si alguien que lee estas líneas se halla aún en Egipto, bajo el ala negra de la noche y el juicio, apresúrese a aplicarse la sangre!
El manso Cordero se halla a tu lado. Durante un tiempo ofrece su seno a la muerte, y su sangre para lavar tu pecado. Un clamor de penitencia, una mirada sincera, un toque de fe simple, y has pasado a su protección de vida y muerte. La una anulará tu culpa, la otra avivará y guardará tu vida futura en un pacto de amor y cuidado. Y esta hora será para ti el principio de los meses de tu historia eterna, y no serán olvidados ni cuando ante el mar de cristal cantes el cántico de Moisés y el del Cordero.
Noten bien que la seguridad de Israel no dependía de sus sentimientos o méritos personales, sino de su actitud respecto al cordero y la sangre. Así, querido lector, tu futuro eterno depende absolutamente de tu relación con el Señor Jesucristo. «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3: 36).
Fuera de la protección de la sangre, estás perdido, seas quien seas y dondequiera que estés. Bajo el dosel rociado estás tan seguro como un ángel y eres tan amado para Dios como su único y precioso Hijo."
A. B. Simpson, libro Simbolos Divinos (1901)
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