Cuando Dios creo al hombre soplo en el aliento de vida, Adán se diferenciaba de los animales, al tener un espíritu con que podía relacionarse con Dios. Era sensible a su voz y su presencia. Esa imagen o identidad espiritual le permitía disfrutar de una amistad sin límites con el creador. Cuando el pecado entro en el hombre, esa imagen fue afectada y nuestra capacidad para relacionarnos con Dios se volvió limitada.
El plan original de Dios era que el hombre sea un reflejo de él, una manifestación visible del Dios invisible. Quería que en el hombre habitara su gloria. Que seamos su tabernáculo en la tierra.
Cuando Dios soplo en el hombre, impartió en el eternidad. La cuestión que tiene la humanidad es donde pasara esa eternidad. El pecado condujo al hombre en ese dilema.
La sociedad actual vive en lo temporal. El materialismo y la filosofía de vivir el momento sin importar las consecuencias, hacen que el hombre no piense su vida a largo plazo. Pensar en eternidad es una utopía o una locura. Como el viejo dicho: “bebamos y comamos que mañana moriremos”. Pero Dios quiere despertarnos a lo eterno.
Las personas viven para auto realizarse, estudiar una carrera, tener éxito en el trabajo, tener una buena relación amorosa. O ser famosas, ser el mejor en su materia, adquirir mucho dinero. Pero al final nada satisface al hombre, porque no fue creado para sus propósitos, sino para formar parte de los planes eternos de Dios.
Dios creo al hombre con la facultad de libre elección. Dios ama al mundo, pero cada persona decide corresponder a ese amor. El Padre se alegra cuando lo elegimos. El árbol que se encontraba en el medio del jardín del Edén representaba la decisión de amar o rechazar a Dios. El que ama a Dios, guarda sus mandamientos. Adán trasgredió el mandato de no comer de ese árbol. De esa manera Dios probó la obediencia y fidelidad del hombre. De pasar el examen, crecería la confianza que Dios depositaba en Adán. Una buena relación está basada en la confianza, ésta Adán quebranto al confiar en las palabras de la serpiente, haciendo caso omiso a la voz de Dios.
Dios puso en el hombre pensamientos y emociones. Lo capacito con una mente creativa. Antes de la caída, Adán tenía el potencial de llevar a cabo los planes de Dios en la tierra. Su mente y pensamientos eran puros, como los de Dios.
El pecado desvirtuó su mente, el hombre ahora tenía pensamientos ajenos a la voluntad de Dios, y emociones que producían pasiones desordenadas. Adán experimento sensaciones que no estaban en el diseño divino, como la vergüenza al verse desnudo o el miedo al escuchar los pasos de Dios. La imagen original de Adán fue afectada. Cada uno de sus descendientes, heredo dicha imagen. A su vez, cada Generación trasgrede los limites morales de la anterior, deformando aún más la imagen divina en el hombre. No hay quien busque a Dios, no hay quien haga lo bueno. Pero no todo esta perdido...(próxima parte)
Cuando Dios soplo en el hombre, impartió en el eternidad. La cuestión que tiene la humanidad es donde pasara esa eternidad. El pecado condujo al hombre en ese dilema.
La sociedad actual vive en lo temporal. El materialismo y la filosofía de vivir el momento sin importar las consecuencias, hacen que el hombre no piense su vida a largo plazo. Pensar en eternidad es una utopía o una locura. Como el viejo dicho: “bebamos y comamos que mañana moriremos”. Pero Dios quiere despertarnos a lo eterno.
Las personas viven para auto realizarse, estudiar una carrera, tener éxito en el trabajo, tener una buena relación amorosa. O ser famosas, ser el mejor en su materia, adquirir mucho dinero. Pero al final nada satisface al hombre, porque no fue creado para sus propósitos, sino para formar parte de los planes eternos de Dios.
Dios creo al hombre con la facultad de libre elección. Dios ama al mundo, pero cada persona decide corresponder a ese amor. El Padre se alegra cuando lo elegimos. El árbol que se encontraba en el medio del jardín del Edén representaba la decisión de amar o rechazar a Dios. El que ama a Dios, guarda sus mandamientos. Adán trasgredió el mandato de no comer de ese árbol. De esa manera Dios probó la obediencia y fidelidad del hombre. De pasar el examen, crecería la confianza que Dios depositaba en Adán. Una buena relación está basada en la confianza, ésta Adán quebranto al confiar en las palabras de la serpiente, haciendo caso omiso a la voz de Dios.
Dios puso en el hombre pensamientos y emociones. Lo capacito con una mente creativa. Antes de la caída, Adán tenía el potencial de llevar a cabo los planes de Dios en la tierra. Su mente y pensamientos eran puros, como los de Dios.
El pecado desvirtuó su mente, el hombre ahora tenía pensamientos ajenos a la voluntad de Dios, y emociones que producían pasiones desordenadas. Adán experimento sensaciones que no estaban en el diseño divino, como la vergüenza al verse desnudo o el miedo al escuchar los pasos de Dios. La imagen original de Adán fue afectada. Cada uno de sus descendientes, heredo dicha imagen. A su vez, cada Generación trasgrede los limites morales de la anterior, deformando aún más la imagen divina en el hombre. No hay quien busque a Dios, no hay quien haga lo bueno. Pero no todo esta perdido...(próxima parte)
Nestor Jacque, con referencia al Libro Jardin de la Amistad - Mariano Sennewald
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