Dios creo al hombre a su imagen y semejanza. La esencia divina estaba en él. Fue creado con un propósito, gobernar la tierra, ser representante de Dios. El sería la imagen o reflejo del Dios invisible.
Antes de darle al hombre esa enorme responsabilidad, quiso probar su fidelidad. Le dio una orden, de todos los arboles podrás comer, pero no del árbol que está en medio del jardín. Adán y Eva desaprobaron el mandato divino. Por consecuencia del pecado, la imagen de Dios en ellos fue afectada.
Dios planeo la solución antes de que creara el mundo. El único que podría restaurar la imagen original del hombre era su Hijo, quien tiene su misma esencia. A través de Jesús cada persona puede volver a portar esa imagen perdida en el Edén.
Dios creo al hombre para deleitarse junto a él y tener una comunión perfecta. Dios deseaba que el hombre se sentirá cómodo y complacido. Por eso diseño el jardín del Edén, la palabra Edén significa delicia. Era un lugar donde el hombre encontraba descanso, gozo y paz. Allí Podía sentirse amado por su creador, siendo la criatura más privilegiada de la tierra.
Dios lo creo con la habilidad de relacionarse con El. Podía interactuar libre y naturalmente con su creador. Podía verlo, oírlo y hasta palpar su presencia.
Adán también fue creado con un sentido innato de propósito. Tenía la misión de administrar y gobernar sobre la creación. Dios le dio la habilidad y la autoridad para llevarla a cabo. Fuimos diseñados para cumplir los planes de Dios, Y trabajar junto a él.
Un día Adán y Eva echaron a perder el plan divino. La perfecta comunión con Dios se había echo pedazos. El hombre desobedeció a Dios, mordió la mano que le daba de comer. Adán decidió a quien obedecer y creer, a la serpiente. El hombre se hizo esclavo del pecado y Satanás, cambio su libertad y amistad con Dios por cadenas y condenación.
Pasaron generaciones hasta que uno se levantó y declaro, el Espíritu de Dios está sobre mí para liberar a los cautivos, para declarar el año agradable de Dios. Jesús es quien rompe todas las cadenas que ataban al hombre y restablece el vínculo perfecto con el Padre. Él nos invita a que nuevamente seamos amigos de Dios.
Nestor Jacque, con referencia al Libro Jardin de la Amistad - Mariano Sennewald
Antes de darle al hombre esa enorme responsabilidad, quiso probar su fidelidad. Le dio una orden, de todos los arboles podrás comer, pero no del árbol que está en medio del jardín. Adán y Eva desaprobaron el mandato divino. Por consecuencia del pecado, la imagen de Dios en ellos fue afectada.
Dios planeo la solución antes de que creara el mundo. El único que podría restaurar la imagen original del hombre era su Hijo, quien tiene su misma esencia. A través de Jesús cada persona puede volver a portar esa imagen perdida en el Edén.
Dios creo al hombre para deleitarse junto a él y tener una comunión perfecta. Dios deseaba que el hombre se sentirá cómodo y complacido. Por eso diseño el jardín del Edén, la palabra Edén significa delicia. Era un lugar donde el hombre encontraba descanso, gozo y paz. Allí Podía sentirse amado por su creador, siendo la criatura más privilegiada de la tierra.
Dios lo creo con la habilidad de relacionarse con El. Podía interactuar libre y naturalmente con su creador. Podía verlo, oírlo y hasta palpar su presencia.
Adán también fue creado con un sentido innato de propósito. Tenía la misión de administrar y gobernar sobre la creación. Dios le dio la habilidad y la autoridad para llevarla a cabo. Fuimos diseñados para cumplir los planes de Dios, Y trabajar junto a él.
Un día Adán y Eva echaron a perder el plan divino. La perfecta comunión con Dios se había echo pedazos. El hombre desobedeció a Dios, mordió la mano que le daba de comer. Adán decidió a quien obedecer y creer, a la serpiente. El hombre se hizo esclavo del pecado y Satanás, cambio su libertad y amistad con Dios por cadenas y condenación.
Pasaron generaciones hasta que uno se levantó y declaro, el Espíritu de Dios está sobre mí para liberar a los cautivos, para declarar el año agradable de Dios. Jesús es quien rompe todas las cadenas que ataban al hombre y restablece el vínculo perfecto con el Padre. Él nos invita a que nuevamente seamos amigos de Dios.
Nestor Jacque, con referencia al Libro Jardin de la Amistad - Mariano Sennewald
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