“Cuando usted piensa en Jesús, tiene que pensar dos veces. Debe pensar en su humanidad y en su deidad. Él dijo muchas cosas que lo hacen sonar como si no fuera Dios. Dijo otras cosas que lo hacen sonar como si no fuera humano. Dijo, por ejemplo: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Eso suena a que Él antecedió a la creación. Luego dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo…” (Juan 5:30) y eso lo hizo sonar como si no fuera divino. Dijo: “El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28), y eso lo hizo sonar como si no fuese Dios. Y dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30) y eso lo hizo sonar como si no fuese humano.
Pero en verdad, Él es ambos. Hablaba de sí mismo como divino y como humano. Y cuando Jesús hablaba de sí mismo como humano, utilizaba palabras de humildad y modestia. Cuando hablaba de sí mismo como divino, usaba palabras que sobresaltaban e impresionaban a las personas. Dijo, hablando de las Escrituras inspiradas: “Oísteis que fue dicho… Pero yo os digo…” (Mateo 5:21-22). Él podía hablar como Dios y luego hablar como hombre. Así que siempre tenemos que pensar en el Hijo del Hombre, Jesucristo el Señor, de las dos maneras.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4), para que pudiera “librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:15). Esa es su humanidad.
Y Él fue “inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). ¿Qué puede significar eso? ¿Cómo pudo haber sido inmolado desde el principio del mundo? Cuando Dios hizo los cielos y la tierra e hizo que creciera césped sobre las colinas y árboles sobre las montañas, cuando Dios hizo a las aves para que volaran en el aire y a los peces para que nadaran en el mar, en su corazón Dios ya había vivido el Calvario y la resurrección y la gloria y la corona. Así que Él fue inmolado antes de la fundación del mundo.
A veces oramos a Dios como si Él estuviera lleno de pánico, como si Dios estuviera tan angustiado como nosotros. Y nos quitamos el reloj y lo miramos. Pero Dios nunca entra en pánico, porque Dios nunca mira el reloj. “El cumplimiento del tiempo” fue el momento que Dios había ordenado. Cuando llegó ese momento, María dio a luz a su Niño, y él nació, vivió y murió, “el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3: 8). Así el Hijo eterno ha vivido a través de todos los tiempos. Él, que nació en un pesebre de Belén no tomó su origen del vientre de una virgen. El Bebé humano sí lo hizo, pero el Hijo eterno no.”
A.W. Tozer, libro Los Atributos de Dios
Pero en verdad, Él es ambos. Hablaba de sí mismo como divino y como humano. Y cuando Jesús hablaba de sí mismo como humano, utilizaba palabras de humildad y modestia. Cuando hablaba de sí mismo como divino, usaba palabras que sobresaltaban e impresionaban a las personas. Dijo, hablando de las Escrituras inspiradas: “Oísteis que fue dicho… Pero yo os digo…” (Mateo 5:21-22). Él podía hablar como Dios y luego hablar como hombre. Así que siempre tenemos que pensar en el Hijo del Hombre, Jesucristo el Señor, de las dos maneras.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4), para que pudiera “librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:15). Esa es su humanidad.
Y Él fue “inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). ¿Qué puede significar eso? ¿Cómo pudo haber sido inmolado desde el principio del mundo? Cuando Dios hizo los cielos y la tierra e hizo que creciera césped sobre las colinas y árboles sobre las montañas, cuando Dios hizo a las aves para que volaran en el aire y a los peces para que nadaran en el mar, en su corazón Dios ya había vivido el Calvario y la resurrección y la gloria y la corona. Así que Él fue inmolado antes de la fundación del mundo.
A veces oramos a Dios como si Él estuviera lleno de pánico, como si Dios estuviera tan angustiado como nosotros. Y nos quitamos el reloj y lo miramos. Pero Dios nunca entra en pánico, porque Dios nunca mira el reloj. “El cumplimiento del tiempo” fue el momento que Dios había ordenado. Cuando llegó ese momento, María dio a luz a su Niño, y él nació, vivió y murió, “el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3: 8). Así el Hijo eterno ha vivido a través de todos los tiempos. Él, que nació en un pesebre de Belén no tomó su origen del vientre de una virgen. El Bebé humano sí lo hizo, pero el Hijo eterno no.”
A.W. Tozer, libro Los Atributos de Dios
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