Las uvas llevan al punto de maduración en el viñedo de Sulem. Los racimos son abundantes en cada vid. Todo está listo para comenzar la ansiada cosecha.
El rey sigue la tradición de bodas, que consiste en pedir la mano de su pretendida al padre. Por ello, viaja al pequeño pueblo, llevando consigo muchísimos presentes que obsequiará a la familia. El pretendiente llega a la casa de la Sulamita, lo reciben con asombro diciendo: ¡El rey ha entrado a nuestra humilde morada! Finalmente habla del asunto con el padre, llegando a un acuerdo: aparte de los regalos, el rey comprara por el doble del precio toda la producción de vino de este y el próximo año. Sabiendo que son y serán fruto del trabajo de su Amada.
La Sulamita deberá quedarse un año con su familia, conservándose pura hasta la celebración de bodas. El rey vuelve a su reino, comprometido con su amada. Promete no beber vino, hasta el día que lo beba de nuevo junto con su Esposa. Ella vuelve a trabajar en la viña, pero sus ojos están puestos en su Amado. Espera con ansias Su regreso. Prepara su vestido, cada día añade nuevos detalles que lo embellecen.
Ella sabrá que cuando florezca su higuera, el verano estará próximo. El vendrá “saltando entre los montes”, no sabe exactamente cuál será la hora, pero permanecerá fiel, ella dice: “Mi Amado es mío y yo suya”. Espera ese sublime momento en donde estará cara a cara, frente de Aquel que ama su alma. Cuando llegue el tiempo, Jerusalén se vestirá de fiesta, todos serán invitados a las bodas. Sera la celebración más gloriosa que se haya existido. Nuestra Sulamita será coronada, y reinara junto con su Amigo y Amado para siempre.
Te preguntas por que la Sulamita no tiene nombre, es porque para el verdadero Rey, ella lleva el tuyo.
“Las muchas aguas no podrán apagar este amor…” (Cantares 8:7)
“El Espíritu y la Esposa dicen Ven… (Apocalipsis 22:17)
“Apresúrate, Amado mío…” (Cantares 8:14)
El rey sigue la tradición de bodas, que consiste en pedir la mano de su pretendida al padre. Por ello, viaja al pequeño pueblo, llevando consigo muchísimos presentes que obsequiará a la familia. El pretendiente llega a la casa de la Sulamita, lo reciben con asombro diciendo: ¡El rey ha entrado a nuestra humilde morada! Finalmente habla del asunto con el padre, llegando a un acuerdo: aparte de los regalos, el rey comprara por el doble del precio toda la producción de vino de este y el próximo año. Sabiendo que son y serán fruto del trabajo de su Amada.
La Sulamita deberá quedarse un año con su familia, conservándose pura hasta la celebración de bodas. El rey vuelve a su reino, comprometido con su amada. Promete no beber vino, hasta el día que lo beba de nuevo junto con su Esposa. Ella vuelve a trabajar en la viña, pero sus ojos están puestos en su Amado. Espera con ansias Su regreso. Prepara su vestido, cada día añade nuevos detalles que lo embellecen.
Ella sabrá que cuando florezca su higuera, el verano estará próximo. El vendrá “saltando entre los montes”, no sabe exactamente cuál será la hora, pero permanecerá fiel, ella dice: “Mi Amado es mío y yo suya”. Espera ese sublime momento en donde estará cara a cara, frente de Aquel que ama su alma. Cuando llegue el tiempo, Jerusalén se vestirá de fiesta, todos serán invitados a las bodas. Sera la celebración más gloriosa que se haya existido. Nuestra Sulamita será coronada, y reinara junto con su Amigo y Amado para siempre.
Te preguntas por que la Sulamita no tiene nombre, es porque para el verdadero Rey, ella lleva el tuyo.
“Las muchas aguas no podrán apagar este amor…” (Cantares 8:7)
“El Espíritu y la Esposa dicen Ven… (Apocalipsis 22:17)
“Apresúrate, Amado mío…” (Cantares 8:14)
Comentarios
Publicar un comentario