Jesús desde pequeño sabía quién era y cuál será su misión en la tierra. A los doce
años estaba involucrado en los negocios de Su Padre. Al iniciar su ministerio,
el Padre confirmo su identidad y lo que sentía por él: “Este es mi Hijo Amado,
en quien me complazco”. Estas palabras fueron el combustible para su
ministerio.
Jesús, al tomar forma de hombre, sabía que portaba
una naturaleza débil, aun así nunca peco. ¿Cuál fue el motivo de su éxito? Su
vida de intimidad con Dios. Todas las mañanas se despertaba a buscar el rostro
de su Padre, el cielo se abría en ese lugar y Él era fortalecido y abrazado por
su Abba.
Dios desea que sigamos los pasos que nos marcó
nuestro hermano mayor Jesús. Él allano el
camino hacia los brazos del Padre. Él está deseoso de darnos su eterno
amor. Dios quiere que su pueblo habite en su gloriosa presencia, que suba al
“monte de la intimidad”.
Jesús llevo a sus tres discípulos más cercanos a un
monte para mostrarles Su Gloria. Jesús quiso revelarse tal como Él era. Ellos
tuvieron un encuentro con lo Divino, una experiencia que marco sus vidas.
Supieron que Jesús no era un simple mortal, sino que era “Emanuel” Dios con
nosotros. La religión opaca el resplandor
de Su Gloria, pero los íntimos descubren nuevas facetas de Su Hermosura.
Nestor Jacque con referencia al Libro Hijos de la Intimidad - Mariano Sennewald
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