Dios está revelando los deseos de Su corazón a esta generación, sus latidos expresan Su anhelo ardiente de tener a Sus hijos mucho más cerca. Los hijos de la religión aún no han experimentado Su abrazo de amor, ni han subido a Su regazo para recibir su tierno cariño de Padre.
En el pueblo de Dios sigue habiendo “Nicodemos”, hombres y mujeres que han alcanzado un conocimiento bíblico y una posición ministerial, pero se sienten vacíos.
Otras son personas que heredaron la “religión” de sus padres, siguiendo sus costumbres religiosas pero nunca descubrieron la fuente de vida. Por eso lo que hacen no tiene mucho sentido para ellos. Otros tantos dejaron los caminos del Señor, por las cargas impuestas por el sistema religioso. Y buscaron satisfacer su alma con los deleites que ofrece el mundo.
De este modo el cristianismo religioso ha generado hijos que no conocen a su Padre Celestial. Solo lo ven como un Dios distante e inaccesible. De esta forma se han convertido en huérfanos que necesitan el amor inagotable del Padre.
Solo el Espíritu Santo puede revelar a nuestro espíritu que somos hijos amados y disfrutados por el Padre. Entonces seremos engendrados por el Espíritu y el velo caerá de nuestros ojos espirituales para ver la realidad y la dimensión del Reino de Dios. Y así llegar a mirar a Jesús cara a cara; el Jesús de la Gloria y no un Jesús histórico, lejano en tiempo y espacio.
¡Somos hijos amados del Padre!
¡Que nunca dejemos de sentirnos amados, porque Su amor es eterno!
Nestor Jacque en referencia al libro Hijos de la Intimidad - Mariano Sennewald
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