"Encuentro que muchísimas personas están esperando que les venga una cierta clase de sentimiento. Ellas querrían volverse a Dios; pero creen que no pueden hasta que este sentimiento venga.
Cuando estuve en Baltimore acostumbraba a predicar todos los domingos en la cárcel a novecientos convictos. Difícilmente había un hombre allí que no se sintiera lo suficientemente miserable, ellos tenían mucho sentimiento. La primera semana o los primeros diez días de su reclusión muchos de ellos lloraban la mitad del tiempo. Sin embargo, cuando fueron liberados, la mayoría de ellos volvería exactamente a sus antiguos caminos. La verdad era, que ellos se sintieron muy mal porque habían sido atrapados; eso era todo. Así usted habrá visto a un hombre en el tiempo de juicio mostrando muchísimo sentimiento, pero muy frecuentemente ello es sólo porque se ha metido en problemas; no porque ha cometido pecado, o porque su conciencia le diga que ha cometido el mal ante los ojos de Dios. Parece que el juicio fuera a resultar en verdadero arrepentimiento; pero el sentimiento muy frecuentemente se va.
Además, el arrepentimiento no es ayunar y afligir al cuerpo. Un hombre puede ayunar durante semanas y meses y años, y no obstante no arrepentirse de ningún pecado. Tampoco es remordimiento. Judas tuvo terrible remordimiento, suficiente para ir y colgarse, pero eso no era arrepentimiento. Creo que si hubiera ido a su Señor, si se hubiera echado sobre su rostro, y confesado su pecado, habría sido perdonado. En lugar de esto fue a los sacerdotes, y luego puso un fin a su vida. Un hombre puede hacer toda clase de penitencias, pero no hay verdadero arrepentimiento en eso. Grabe eso en su mente. Usted no puede satisfacer las demandas de Dios ofreciendo el fruto de su cuerpo por el pecado de su alma. ¡Abajo tal error!
El arrepentimiento no es la convicción de pecado. Eso puede sonar extraño a alguno. He visto hombres bajo tan profunda convicción de pecado que no podían dormir a la noche; ellos no podían disfrutar una simple comida. Continuaban en ese estado por meses y sin embargo no se convertían; ellos no se arrepentían verdaderamente. No confunda convicción de pecado con arrepentimiento."
D. L. Moody, libro El camino hacia Dios
Cuando estuve en Baltimore acostumbraba a predicar todos los domingos en la cárcel a novecientos convictos. Difícilmente había un hombre allí que no se sintiera lo suficientemente miserable, ellos tenían mucho sentimiento. La primera semana o los primeros diez días de su reclusión muchos de ellos lloraban la mitad del tiempo. Sin embargo, cuando fueron liberados, la mayoría de ellos volvería exactamente a sus antiguos caminos. La verdad era, que ellos se sintieron muy mal porque habían sido atrapados; eso era todo. Así usted habrá visto a un hombre en el tiempo de juicio mostrando muchísimo sentimiento, pero muy frecuentemente ello es sólo porque se ha metido en problemas; no porque ha cometido pecado, o porque su conciencia le diga que ha cometido el mal ante los ojos de Dios. Parece que el juicio fuera a resultar en verdadero arrepentimiento; pero el sentimiento muy frecuentemente se va.
Además, el arrepentimiento no es ayunar y afligir al cuerpo. Un hombre puede ayunar durante semanas y meses y años, y no obstante no arrepentirse de ningún pecado. Tampoco es remordimiento. Judas tuvo terrible remordimiento, suficiente para ir y colgarse, pero eso no era arrepentimiento. Creo que si hubiera ido a su Señor, si se hubiera echado sobre su rostro, y confesado su pecado, habría sido perdonado. En lugar de esto fue a los sacerdotes, y luego puso un fin a su vida. Un hombre puede hacer toda clase de penitencias, pero no hay verdadero arrepentimiento en eso. Grabe eso en su mente. Usted no puede satisfacer las demandas de Dios ofreciendo el fruto de su cuerpo por el pecado de su alma. ¡Abajo tal error!
El arrepentimiento no es la convicción de pecado. Eso puede sonar extraño a alguno. He visto hombres bajo tan profunda convicción de pecado que no podían dormir a la noche; ellos no podían disfrutar una simple comida. Continuaban en ese estado por meses y sin embargo no se convertían; ellos no se arrepentían verdaderamente. No confunda convicción de pecado con arrepentimiento."
D. L. Moody, libro El camino hacia Dios
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