Con referencia al capitulo 9 del libro La casa favorita de Dios - Tommy Tenney
Tommy está a la expectativa de un avivamiento de proporciones épicas. Donde la presencia manifiesta de Dios inunda las ciudades a nivel mundial. Esto es lo que denomina la expansión de la zona del trono. Donde las personas serán salvas en sus hogares, antes de llegar a la iglesia. En contraste con los esfuerzos evangelisticos y la unción que opera actualmente en la Iglesia. Tengo fe que el avivamiento vendrá, pero será un complemento o impulso al arduo trabajo que ya está haciendo la Iglesia en sus cinco ministerios con la ayuda del Espíritu Santo.
Jesús encomendó la gran comisión a sus discípulos: hombres y mujeres. Esta tarea seria empoderada con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. El Espíritu está trabajando con la iglesia hace más de dos mil años. Pablo dice que Dios en su sabiduría, decidió salvar al hombre por la locura de la predicación. El mismo Jesús profetizo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”. Los mismos ángeles desean esparcir el mensaje de una forma sobrenatural. Pero la misión nos fue encargada a nosotros con la asistencia del Espíritu Santo, quien convence al hombre de pecado, de justicia y de juicio. En Hechos 15, Santiago, el líder de la iglesia en Jerusalén, ve el cumplimiento de la profecía de Amos sobre el levantamiento del tabernáculo caído de David: “Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre”.
El bautismo del Espíritu Santo sobre los gentiles fue una señal para los apóstoles que Dios tomo pueblo para sí, a hombres de otras naciones, estos son “el resto de los hombres”. El cumplimiento de la profecía de Amos, bíblicamente se refiere al derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. La tienda de David se levanta cada vez que anunciamos el evangelio con el poder del Espíritu Santo entre los hombres, para que invoquen el nombre de Dios. En la cruz Jesús levanto el Templo, su cuerpo, falta levantar la tienda para atraer a todo hombre a la cruz salvadora de Cristo. En la tienda de David se cumplen el gran mandamiento y a la vez la gran comisión.
Creo que debemos tener un equilibrio en nuestro enfoque y no caer en los extremos. Un extremo es no tener fe ni expectativa, que Dios pueda enviar un avivamiento donde ciudades serán transformadas por su gloria manifiesta. Y el otro extremo es que desestimemos el trabajo que ha hecho y sigue haciendo la Iglesia, y pensemos que el mundo solo se salvara por un acto sobrenatural de Dios. Los dos extremos son peligrosos, en el primero, el peligro que se corre es que Dios no cuente con nosotros si desea manifestar su gloria en nuestra ciudad. En el segundo, el peligro seria que dejemos los trabajos evangelisticos, delegando toda la responsabilidad a Dios, queriendo que nuestras ciudades solo fuesen cambiadas por su gloria. Debemos tomar en cierta medida ambas posturas: “Esperar la gloria de Dios mientras trabajamos en su viña”.
Tommy está a la expectativa de un avivamiento de proporciones épicas. Donde la presencia manifiesta de Dios inunda las ciudades a nivel mundial. Esto es lo que denomina la expansión de la zona del trono. Donde las personas serán salvas en sus hogares, antes de llegar a la iglesia. En contraste con los esfuerzos evangelisticos y la unción que opera actualmente en la Iglesia. Tengo fe que el avivamiento vendrá, pero será un complemento o impulso al arduo trabajo que ya está haciendo la Iglesia en sus cinco ministerios con la ayuda del Espíritu Santo.
Jesús encomendó la gran comisión a sus discípulos: hombres y mujeres. Esta tarea seria empoderada con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. El Espíritu está trabajando con la iglesia hace más de dos mil años. Pablo dice que Dios en su sabiduría, decidió salvar al hombre por la locura de la predicación. El mismo Jesús profetizo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”. Los mismos ángeles desean esparcir el mensaje de una forma sobrenatural. Pero la misión nos fue encargada a nosotros con la asistencia del Espíritu Santo, quien convence al hombre de pecado, de justicia y de juicio. En Hechos 15, Santiago, el líder de la iglesia en Jerusalén, ve el cumplimiento de la profecía de Amos sobre el levantamiento del tabernáculo caído de David: “Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre”.
El bautismo del Espíritu Santo sobre los gentiles fue una señal para los apóstoles que Dios tomo pueblo para sí, a hombres de otras naciones, estos son “el resto de los hombres”. El cumplimiento de la profecía de Amos, bíblicamente se refiere al derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. La tienda de David se levanta cada vez que anunciamos el evangelio con el poder del Espíritu Santo entre los hombres, para que invoquen el nombre de Dios. En la cruz Jesús levanto el Templo, su cuerpo, falta levantar la tienda para atraer a todo hombre a la cruz salvadora de Cristo. En la tienda de David se cumplen el gran mandamiento y a la vez la gran comisión.
Creo que debemos tener un equilibrio en nuestro enfoque y no caer en los extremos. Un extremo es no tener fe ni expectativa, que Dios pueda enviar un avivamiento donde ciudades serán transformadas por su gloria manifiesta. Y el otro extremo es que desestimemos el trabajo que ha hecho y sigue haciendo la Iglesia, y pensemos que el mundo solo se salvara por un acto sobrenatural de Dios. Los dos extremos son peligrosos, en el primero, el peligro que se corre es que Dios no cuente con nosotros si desea manifestar su gloria en nuestra ciudad. En el segundo, el peligro seria que dejemos los trabajos evangelisticos, delegando toda la responsabilidad a Dios, queriendo que nuestras ciudades solo fuesen cambiadas por su gloria. Debemos tomar en cierta medida ambas posturas: “Esperar la gloria de Dios mientras trabajamos en su viña”.
Nestor Jacque, con referencia al capitulo 9 del libro La casa favorita de Dios - Tommy Tenney
Comentarios
Publicar un comentario